martes, 4 de diciembre de 2012

Carrera popular Ciudad de Alcorcón 2012

      

O era ésta o era la Media Maratón de Villaverde. La gente de mi nuevo y primer  equipo de triatlón, el Trialcorcón Villalkor, dijeron de ir a Alcorcón, el pueblo del club, donde la tienda de deportes que tantas veces me tiene de turista, Decathlón, organizaba una carrera de 10 kilómetros. Finalmente con el entusiasmo de éstos, me decanté por ella y así correr junto a mis nuevos compañeros. Bueno, al final corrí bastante solo.

       El día amaneció como ya se preveía, frío de huevos. Me puse mallas cortas, una térmica y camiseta táctica de manga corta encima, además de unos finos guantes. Acerté de pleno, menos mal. Eso sí, para calentar, con mi fino forrito polar, que con la que estaba cayendo se agradecía de la leche.

       Ya con la equipación para correr me reuní con mis compis y entablé conversación con algún miembro nuevo del club al igual que yo. Éste me dijo que su ritmo sería de unos 45 minutos y entonces decidí que tiraría para adelante yo solito en un primer momento por no conocer mucho más del resto de compañeros, salvo uno que por lo que sabía debería hacer mejor marca que yo con creces, y así fue. Mi mejor marca en esta distancia era de 42:44 y en una carrera bastante menos llana que esta, así que pretendía bajarla, y ya sería la releche, bajarla de 40 minutos, aunque esto lo veía bastante jodido.

Km 3 en medio del cuarteto.

       Empieza el lío, somos 800 dorsales y se forma un buen embudo para pasar por la famosa "moqueta que pita" de las carreras. Me he colocado bastante atrás al unirme a mis compañeros y pasa casi un minuto hasta que paso por la citada alfombra. A partir de aquí empiezo a correr y ya me quedo solo, en cuanto a compañeros del club, claro. En los múltiples giros de 180 grados que damos en el recorrido veo a dos compañeros de equipo que van por delante. Un tal Cesar, el que comentaba anteriormente, y otro compi que conocía por compartir calle en la piscina en las clases de natación que nos da el entrenador, éste iba como una bala. En el kilómetro tres y medio me adelanta otro trialcorconero más al que intento seguir, pero sólo lo logro un rato, y antes de reventarme decido dejarle marchar. Resultó llamarse el Balas, creo que por el apellido. No se ha dado cuenta de que voy a su lado y es que no llevo el traje del equipo ya que no lo tengo todavía, y además no me conoce. Noto que el ritmo que llevo es alto y voy muy bien. Pienso que podré aguantarlo y sigo así, controlando, pero fuerte. Como de costumbre no llevo reloj, pero me conozco bastante bien y supongo que el ritmo debe estar rozando los 4 minutos, si no bajándolo. Completo la primera vuelta y sigo encontrándome muy bien. No veo ningún crono por la zona de meta colocado allí por la organización y tampoco pregunto a nadie por el tiempo. Paso de obsesionarme, como digo me encuentro bien y sé que el ritmo que llevo es más alto que el de la última prueba que corrí en 42 minutos y algo.

       La carrera en sí es un rollo, recorrido coñazo, sin público, salvo cuatro o cinco madrugadores familiares de algún corredor, ningún edificio ni zona verde, sólo centros comerciales y grandes almacenes, y al lado la A-5.

       Llega el kilómetro ocho, he adelantado a ni se sabe cuantos corredores, pero cuento así por encima a unos ciento y pico por delante de mí. No sé porqué coño me empeño siempre en saber si llevo mucha gente detrás. Debe ser que desde que empecé a correr y disputar mi primera prueba, me acojoné con la idea de quedar el último, y me pasé tres pueblos con este pensamiento, pero siempre tiendo a mirar para atrás por si acaso, valiente gili…..tal estoy hecho. Ahora noto escozor en el pie derecho, es justo el mismo dolor y en el mismo sitio que el dolor que tuve el día de la Media Maratón de Fuenlabrada que corrí sólo hace un mes. Me escuece más que tal día, también la velocidad es mayor y la puta zapatilla Mizuno que me recomendaron para rodar en asfalto no vale ni pa´ cagar. Escuece, pero evidentemente no voy  a parar. ¡¡Sudor y lágrimas, coño!! Sigo con mi ritmo, adelanto a la tercera clasificada, falta un kilómetro, siempre digo que debería ser una tía. Siempre quedo de las tres primeras. Fuera coñas, a falta de kilómetro y medio las fuerzas me hacen una señal.

Ya decía yo que me escocía.
       Sé que queda poco y lo doy todo, pero sin duda, poco a poco, se me va la chispa que tenía. Faltan quinientos metros y aprieto, cien metros y esprinto, sigo sin ver reloj, ni crono, ni na´. Llego exhausto, me agacho a respirar y recobrar el aliento. Oigo a alguien que llega detrás de mí y grita, -¡¡toma cuarenta!! Coño, pues entonces yo también, o mejor. ¿Habré bajado de cuarenta? Ni puñetera idea. Paso de preguntar, me falta el aliento. Primero tengo que recuperar la pedazo agonía que me atora todo el cuerpo. Ya lo veré en la clasificación. Eso sí, estoy contento, se nota el entrenamiento y el entrenador del equipo, que aunque no me prepara para este tipo de carreras, con los entrenos que pone, y sin seguirlos todos al 100%, te pone fino por pelotas. En zona de meta hablo con cuatro compañeros que han llegado delante de mí, Cesar, el tal Balas y otros más que no sé su nombre, todos por debajo de cuarenta minutos y me marcho para el coche ya que estaba empezando a quedarme frío. Al final tiro para casa sin ver a nadie más. El día era muy frío, pero estaba despejado y la sierra del Guadarrama al fondo, como siempre, ahora con sus cumbres nevadas, me mostraban una panorámica que no podía dejar de admirar a la vez que me atraía como un imán. Tras el calentón de la carrera, duchita y con la familia a respirar aire puro y ver la nieve de cerca por primera vez esta temporada. Un día perfecto.

       Estando con la familia comiendo en un restaurante en el bonito pueblo de Navacerrada consulté la clasificación. Mi nombre aparecía junto al crono de 40:09. Subidón por el tiempo, pero con bastante rabia, ya que solo ha faltado un poco para haber bajado de cuarenta minutos. Otra vez será. Hace un año, cuando hice en otro diez mil, en un tiempo de 46 minutos, veía imposible bajar a cuarenta. Ahora estaba cerca. El entreno, las ganas y la ilusión hacen que mi cuerpo note mucha, mucha mejoría, y cada día vea más cerca los, quizás, retos extremos…. ¡¡A por ellos!!

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