domingo, 30 de diciembre de 2012

San Silvestre Mostoleña 2012



Bonita carrera. Esta es la frase con la que empiezo esta pequeña crónica. Y ¿por qué? Pues nada más lejos que por el feo pueblo donde se desarrolla, Móstoles. Aquí vivo de toda la vida y aunque para gustos los colores, y habrá a quien le guste esta ciudad, a mí no me atrae lo más mínimo.

        La última vez que corrí en mi ciudad fue allá por el año 93 o 94 en una Carrera del Pavo, como así se denominaban a las carreras ciclistas celebradas en épocas navideñas. El recorrido prácticamente idéntico al de esta San Silvestre no me traía buenos recuerdos. En esa ocasión me tuve que retirar, al tiempo que también me retiraba de mi ilusión de correr a la siguiente temporada como juvenil en mi nuevo equipo de ciclismo. Desde entonces no había vuelto a correr por estas calles y lo que viví esta noche no me lo esperaba ni lo más mínimo.

        El último dorsal que quedaba libre lo adquirí de milagro en el polideportivo de El Soto. Al mismo tiempo, también inscribí a Valle para que corriera su carrerita de nenes de 4 a 6 años.
Ya desde un principio se vivía un excelente ambiente en los alrededores del Ayuntamiento donde estaba situada la línea de meta. En la zona de salida, cerca de este lugar, la gente se agolpaba para ver correr a la chavalería en sus diferentes categorías. La de Valle, los más pequeños, serían los primeros. Mucha gente, como digo, y un gran ambiente festivo navideño. Menudos atropellos de los chavales a la salida, alguna caída que por suerte pudo esquivar mi peque, y así continuar corriendo como alma que lleva el diablo hasta meta. Algo de agobio con tanta gente para encontrarnos con Valle una vez recibida su merecida medalla y bebida, y tras un fuerte beso y un gran abrazote a mi campeona nos vamos acercando de nuevo a la zona de salida donde en poco tiempo dará comienzo la prueba absoluta.

         En el calentamiento me encuentro con gente del club de triatlón al que pertenezco desde hace poco tiempo. Por cierto, en su mayor parte, gente de armas tomar, menudos tiempazos hicieron. Yo por supuesto ignoro ritmos y me pongo en la línea de salida a mi bola.

        Se da la salida y otra vez como en mi última prueba, me he puesto muy atrás. Me paso casi un kilómetro adelantando gente sin parar, frenando, esquivando, girando, haciendo eses a modo de esquiador con tal de coger mi ritmo, y si puede ser, sin caerme ni tirar a nadie. Por fin la cosa se despeja y corro mejor. Me meto en una buena grupeta y voy con ellos mucho tiempo. El ritmo es vivo aunque no me encuentro del todo bien. Son ocho kilómetros en un circuito de tres vueltas. Dos de ellas idénticas excepto la primera que es más corta. En la mayor parte del recorrido hay mucho público e incluso en muchas partes de él es, diría yo, impresionante. El ser viernes tarde, época navideña y la zona centro por donde transcurría la prueba, hacía de aquel entorno el cóctel principal para que la gente se agolpara a ambos lados de las calles por donde corríamos. Sin duda los aplausos y bullicio deportivo que se vivía te contagiaba irremediablemente y a pesar del cansancio eran, sin duda, una gran y motivante ayuda. Ni que decir cuando pasaba por la zona donde estaban animando mi familia.

        La última vuelta se me hace larga. La subida de la calle del 2 de Mayo me dice que he corrido muy rápido y cedo algo con mis acompañantes. Toca sufrir la última parte. Y así se hizo.       

      Con mucha ilusión de haber corrido en mi feo pueblo con este atípico ambiente festivo cruzo la línea de meta con un tiempo de 32:32, tiempo que estaba dentro de mis previsiones, aunque bien es verdad de que si en la primera parte no hubiera salido tan atrás, quizás habría podido bajar de los 4 minutos el km. Pero bueno, ha estado muy bien y lo hemos pasado genial.

        Una vez recuperado del cansancio y tras haber cogido la bonita camiseta de recuerdo que daban a todo corredor marchamos para casa con algo de prisas ya que tras el palizón había que cumplir con una larga noche de trabajo, bufff.

        Finalmente entré en el puesto 123 de 800 participantes y el 48 de los corredores de la localidad de unos 375 más menos, o sea que muy contento. ¿Quién me iba a decir a mí que iba a hacer un puesto así hace poco tiempo? Al año que viene, si dios quiere, volveremos.

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