domingo, 5 de junio de 2011

Quebrantahuesos 2002



Sobrepasando el límite de mi propia resistencia


Cartel inicial. El perfil cambió totalmente a partir
del comienzo del segundo puerto.
       Estas líneas las escribo mucho tiempo después de acabar la carrera que a día de hoy ha sido la mayor superación deportiva, personal, mental y física que jamás he hecho, y que de la misma forma consiguió ponerme en tantos duros momentos contra las cuerdas. Esta carrera no fue otra que la famosa Marcha Ciclista Internacional Quebrantahuesos y más concretamente la que tuvo lugar en su edición del año 2002, ese año en que todo cambió.

       Javi, Luismi y yo nos embarcamos en esta peculiar y multitudinaria aventura. Mis dos fieles compañeros habían corrido esta marcha en años anteriores, no recuerdo si una o dos veces más. Como dije, esto lo escribo bastante tiempo después, con lo que muchos de los datos y vivencias de aquella canallesca jornada quedarán tan solo como recuerdos vividos y por desgracia muchos ya olvidados. Yo, que siempre tenía algún problema, sobre todo económico, no pude asistir en las anteriores ocasiones. Pero en 2002 todo presumía ser mejor y mi inscripción junto con la de Luismi y Javi estaban hechas. El gran día sería a mediados del mes de junio, un sábado, no recuerdo ahora el día exacto.
     
       Básicamente la temporada entera, ya fuese en entrenamientos en solitario, en conjunto, o las salidas de los sábados y domingos con los compañeros y amigos de la peña del Club Ciclista Ravi al que los tres pertenecíamos, iban encaminados a sumar kilómetros en nuestras piernas para afrontar, por lo menos con alguna garantía, una de las marchas ciclistas más duras y bien organizadas del mundo, eso sí, con el único propósito de finalizarla. Mis dos compañeros de aventuras, así como otros conocidos de tal carrera, comentaban siempre eufóricos las increíbles vivencias en aquella prueba. El inmejorable ambiente, la excelente organización, las muestras de gratitud hacia el ciclista, la dureza del recorrido y un sin fin de buenas experiencias no hacían más que apoyar a la moral de cada uno para repetir semejante suicidio cada año a pesar del agotamiento físico inmediato tras la llegada a meta.


Primera parte de la carrera, camino de Francia. (foto de otra edición)

       La prueba tenía, y tiene también en la actualidad, salida y llegada en la ciudad de Sabiñánigo, en pleno pirineo oscense. La misma discurre por terreno español y francés, siendo la mitad del kilometraje, más o menos, por suelo español y la otra mitad por suelo galo. Toda la parte recorrida por España está concentrada en la provincia de Huesca ascendiendo en esta zona el puerto de Somport, el primero de la jornada y línea fronteriza con Francia, y el puerto de la Hoz de Jaca como colofón final en lo que a puertos se refiere, y a falta de tan solo 20 kilómetros a meta. Por su parte en Francia se suben el temido y extra duro Col de Mari Blanc y el larguísimo Col de Portalet. El total de kilómetros de la Quebrantahuesos es de 205 pero para el 2002 la naturaleza quiso ponérnoslo un poquito más difícil todavía.

       Poco tiempo antes de la fecha señalada un terremoto en Francia quiso que parte de la calzada que tendríamos que ascender en el Col de Portalet se desprendiera irremediablemente, lo que suponía dejar impracticable para el tráfico rodado esa parte asfaltada. La organización antes de suspender la prueba modificó el recorrido. Dieron aviso a los participantes que tan solo vieron, y vimos, un pequeño incremento en el kilometraje final. Se harían los primeros 70 kilómetros exactos al recorrido original pero una vez finalizado el descenso del Somport ya en Francia y antes del desvío a la derecha en dirección al Mari Blanc, el nuevo recorrido nos desviaría hacia la izquierda donde empezaría lo que sería la odisea del día para muchos, desde aquí y hasta la frontera con España, esta vez entrando por Navarra, tendríamos que afrontar la ascensión de dos puertos encadenados. Después de esto se descendería la Pierre de San Martín por Navarra y en esta tierra subiríamos tres puertos más, en principio menos duros que los tres primeros. Con todo esto se entraría de nuevo en la provincia de Huesca para llegar a la meta situada como siempre en Sabiñanigo.

       Con el cartel de esta nueva edición asumido en nuestros cocos, un viernes por la tarde y cuando terminamos nuestras jornadas laborales montamos a lomos del Seat Córdoba de Luismi junto con nuestras bicicletas y marchamos rumbo a los pirineos. El hotel donde dormiríamos estaba en al ciudad de Jaca, muy cerca de Sabiñanigo. Seríamos unos 4.600 ciclistas y encontrar plazas hoteleras en el mismo Sabiñánigo era misión imposible. Primero pararíamos aquí a recoger el dorsal y demás artilugios que nos quisieran regalar a los valientes y marcharíamos al hotel para cenar cuanto antes y descansar lo máximo posible. Al día siguiente había que madrugar mucho y no precisamente para disfrutar de una jornada de relax en la piscina del hotel. Como nota interesante del viaje cabe destacar cuando paramos a echar gasolina estando ya cerca de nuestro destino. Luismi entró a pagar y salió con su paquete de tabaco. La madre que lo parió. El fumaba de vez en cuando, no mucho la verdad, pero precisamente en aquellos momentos no era lo más apropiado. Después de reírnos a la vez que Javi y yo le decíamos lo loco que estaba nos contó que el señor de la gasolinera igualmente le dijo, al ver las bicis en la baca del coche y con ello imaginarse a donde nos dirigíamos, que donde coño iba con el tabaco para meterse semejante palizón al día siguiente. La verdad que no recuerdo ahora si fumo alguno o no.
       Como habíamos pensado hacer, bajamos a cenar por Jaca empapándonos a la vez del excelente ambiente ciclista que había en aquella bonita ciudad. Estaba llena de bicis ansiosas de ser montadas por sus locos jinetes, y éstos disfrutando de una bonita velada charlando amigablemente, sobre todo del deporte que allí nos unía, mientras los hidratos de carbono rodaban por doquier. Se mascaba nerviosismo y buen ambiente por igual. Estos momentos también forman parte de este tipo de pruebas y con ellos todo al final se tiñe de un color más claro y nítido si cabe. La cama esperaba y aunque poco dormiríamos por los nervios del día siguiente había que descansar todo lo posible.

       Bien temprano nos levantamos y bajamos a desayunar al hotel. El comedor es un hervidero de ciclistas, unos ya vestidos con el culote y maillot, otros con el chándal y alguno casi en pijama. Enseguida estábamos preparados y metidos en el coche dirección a Sabiñánigo. Aparcamos, nos vestimos con toda la indumentaria, nos guardamos la comida y herramientas en el maillot y nos marchamos en dirección a la línea de salida. Hay bicis por todos lados, la verdad que es impresionante y se ve de todo, desde un gordito con bici destartalada que no entiendes muy bien que hace allí hasta algún que otro profesional del ciclismo. En esta ocasión no recuerdo quien fue pero en esta prueba ya han participado entre otros Abrahan Olano, Indurain, Pedro Delgado, Fernando Escartín, etc… además sin lograr el triunfo, y es que hay mucha máquina suelta en este mundo. Nos preparamos entre la multitud de ciclistas y suena el pistoletazo de salida.
       Desde que salen los primeros y pasan por el arco, y hasta que pasamos nosotros han pasado cuatro minutos, y es que zomo muxo joe! La primera parte es casi todo bajada y se va a toda leche, parece que la gente está ansiosa. Se da una vuelta por el exterior del pueblo y creo que también se llega a entrar de nuevo para deleite del público allí congregado. Por fin se coge la carretera de Jaca y el ritmo es vertiginoso. Pero me encuentro bien y sigo dale que te pego.

Montañas que esconden el ascenso al Somport, frontera con Francia

       Ahora pienso en que debería ser demasiado joven porque en estos tiempos no lo haría. Vamos los tres juntos y cada vez nos adentramos más en los pirineos. Los paisajes empiezan a ser de una belleza ejemplar. Desde este momento me enamora esta cordillera y además de que en otras dos ocasiones más correría esta prueba, también la visitaría en días de vacaciones junto con mi mujer Janet, entonces mi novia. La carretera era un hervidero kilométrico de colores vivos rodando hacia lo impensable. El primero del día le teníamos encima. En suave subida empezamos a subir piñones en la bicicleta, poco después las rampas se harían más duras.


Primera parte del descenso del Somport
 
       El Somport no es un puerto excesivamente duro, está catalogado de primera categoría, pero te calienta para bien. En el momento de coronarlo y entrar en Francia el cuentakilómetros marca 50 kms. Un kilómetro antes de acabar este primer coloso estaba el avituallamiento. Javi y yo hicimos una parada rápida y tiramos para arriba para encontrarnos, yo por primera vez, con el país vecino. Luismi, si no recuerdo mal , en el Somport se había quedado más rezagado. Tiramos para abajo en un descenso majestuoso. Curvas de herradura en su primera parte y largas rectas más abajo. Casi te reventaba más la bajada que la subida. La postura en la bici hacía que se cansara más de la cuenta el cuello principalmente, así como los brazos. El pirineo francés en cuanto a montañas pues decir que más menos son igual de bonitas que en tierras españolas pero me llaman la atención sus pueblos. Los siento tranquilos e inmersos en un agradable silencio. A pesar del sonido de las cubiertas rodando en el asfalto, el cambio de la cadena engranado los piñones que más interesan a cada uno, algunos gritos de estos y demás ruidos que provocamos los locos del pedal  sus casas de bonita roca grisácea y techos oscuros me llaman a visitarlos en cualquier otro momento. Tras un rato por terreno algo más llano llega el desvío circunstancial. Todos a la izquierda y sálvese quien pueda. Rápido nos damos cuenta que la carreterita se las trae. Estrecha, arbolada en muchos tramos por el momento y cuesta arriba, muy cuesta arriba. El calor además está empezando a pegar de lo lindo. El día es esplendido pero la temperatura parece avisarnos de lo que se nos viene encima. Según el terreno va ascendiendo las rampas se van haciendo más duras. La carretera va mermando poco a poco a todos y se empieza a ver sufrir más de la cuenta a los ciclistas. En toda la subida se oye decir a la gente que esto es más duro que el famoso Mari Blanc. Yo no lo  conozco pero debe ser verdad porque en esos momentos no acierto a adivinar que otro puerto puede ser semejante a este. El calor es asfixiante y chorreo como creo nunca he chorreado de sudor. Las manos empapadas no aciertan a agarrarse al manillar que justo en esos momentos necesito más que nunca. La pronunciada pendiente así me lo exige pero las manos se escurren sin remedio y hay ocasiones que pienso más en ellas que en el dolor de mis piernas. Javi por aquí me saca ventaja. En ocasiones le veo adelante y arriba, en otras ocasiones los arboles o las curvas del puerto me hacen perderlo. Voy realmente jodido. Por fin llega una bajada. Es más que corta, un kilómetro o dos como mucho.



Curvas de herradura en La Pierre de San Martín
        Aquí está el encadenamiento con la Pierre de San Martín. Éste en su parte primera es menos duro que el que acabamos de dejar atrás pero me encuentro cascadísimo y las rampas van en aumento. La gente no va mejor que yo y de cualquier chorro de agua que saliera de entre las piedras de la montaña la gente se bajaba literalmente a chupar de ella, aunque fuese con el aditivo extra de tierra o granito. Yo lo obvié en un primer momento. Mis piernas iban más que mal y pensaba en si había hecho bien en meterme en semejante berenjenal. Desde luego, y viéndolo ahora, creo que no iba lo suficientemente preparado, pero bueno, ahí estaba yo, con dos cojones. Este puerto se hacía interminable. Los árboles habían desaparecido y el calor era horrible, no había dios que lo aguantara. El final del puerto se acercaba y una sucesión de curvas cerradas y rodeadas de pleno verdor de la montaña encerraban el último kilómetro de ascenso. Las piernas parece que no son mías y de repente me da un tirón que me deja seco. Sin poderlo remediar me caigo a la derecha, saco el pie rápido del pedal  y como voy muy pegado al borde de la carretera apoyo fuera del asfalto que a su vez está mas bajo que éste. Casi me pego el leñazo. Rápidamente me incorporo, estiro un poco la zona y me monto en la bici a duras penas dada la inclinación y el cansancio existente.
 

Ultimo kilómetro de ascenso al Col de la Pierre
 de San Martín

       Aunque no me lo creo llego a la cima. Javi solo hacía unos momentos que había llegado y su cara no era precisamente de ir sobrado. Aquí hay otro avituallamiento y muy al contrario que en del Somport, dejo la bici en la hierba, cojo comida y me tumbo en el suelo casi muriéndome. Las primeras palabras con Javi son,- yo no acabo ni de coña. El crono marcaba 112 kilómetros, cuando lo vi casi  me da algo. Aún no habíamos pasado ni el ecuador de la prueba. Este año con el invento del nuevo recorrido constaba de 240 y para colmo quedaban por subir tres puertos más. Yo no daba crédito y me creí vencido.
       Pasaron unos minutos y tras comer recuperé algo la fuerza moral y también un poco la física. El valle de Ansó en Navarra se abría a nuestros pies. Un mar de preciosas montañas cubiertas de un verde inigualable me invitó a subir en la bici y así descubrir desde mis finas ruedas esta desconocida provincia. Luismi no llegaba y ante lo que quedaba por delante decidimos seguir el camino. Ahora tocaba bajar el puerto y lo utilizaría para recuperar, no daría ni un solo pedal. Para mi mala suerte la primera parte de este descenso no era propiamente dicho descenso, vamos que había que pedalear para avanzar. Sentía las piernas muy tocadas pero confiaba en recuperarme. Llegó la verdadera bajada y en poco tiempo nos plantamos en el valle. Costándonos mucho pedaleamos junto a otros supervivientes camino de lo desconocido. A Javi la tripa empezó a dolerle y con ello el malestar fue en aumento. Los kilómetros pasaban lentos, ascendimos uno de los puertos, después otro, pasamos por los hermosos pueblos navarros, sus ríos y valles siempre acompañados por los aplausos y gritos de ánimo de sus lugareños, y poco a poco devorábamos metros para conseguir nuestro objetivo de finalizar semejante hazaña. El calor no era normal y recuerdo como en uno de los puertos de Navarra el asfalto estaba prácticamente desecho. Las ruedas se pegaban literalmente al suelo y posteriormente la gravilla quedaba pegada a los neumáticos de tal forma que cuando los trozos de ésta salían disparados, como si de metralla se tratase, chocaban contra el cuadro de la bici provocando un estruendo de golpes metálicos que sin duda descascarillaba su bonita pintura. Pero lo peor del calor no fue el asfalto derretido. La gente a partir del kilómetro 150 más o menos empezó a dar coletazos. Javi en un momento dado me dijo que tirara para adelante que el iba a ir más despacio ya que su dolor de tripa no cesaba y que si fuese necesario pediría ayuda médica. Según aparecían nuevas carreteras igualmente aparecían figuras humanas tumbadas en la cuneta llegados a la extenuación. Tantas horas a lomos de la bici era desbordante y el calor no ayudaba a recuperar ese exceso. Poco a poco a los cadáveres que ibas viendo, siempre acompañados de su inseparable bicicleta, se les había unido irremediablemente un enfermero o médico con una botella de oxígeno. Fue una infinidad de corredores a los que vi así. Javi acabó siendo tratado igualmente y con ello su retirada. Una pena no haber podido completar semejante etapón.
       Navarra quedó atrás y Sabiñánigo estaba más cerca. Cerca de 10 horas sobre la bici y algo raro pasó en mí. A pesar del puñetero sol que hacía y de estar completamente reventado mi cuerpo sufrió un cambio radical. Los puertos habían quedado atrás y en un terreno más llano había que llegar a Jaca y posteriormente a la meta en Sabiñánigo. Casi de repente me empecé a encontrar mejor y sentí fuerzas en mis maltrechas piernas. Empecé a adelantar a gente y sentí que acabaría semejante odisea. En Jaca los bomberos de esta ciudad y como si de un servicio de urgencia se tratase, que lo era, sacaron los camiones para repartir agua entre los supervivientes que habíamos logrado llegar hasta allí, y de esa forma ayudar a completar los últimos kilómetros por lo menos un poco más hidratados. Pues eso, bebí y me empaparon literalemente con agua por la cabeza y tras mi más sincero agradecimiento seguí mi camino. Seguí adelantando gente y no me lo creía. Debía ser por ver el final tan cerca, que me entró el ansia, jaja. Y por fin Sabiñanigo, entro en el pueblo y tras recorrer sus calles la última rampa hasta meta. La gente aplaude como si fuese el ganador y no me lo termino de creer. He llegado y lo que he vivido no tiene nombre. Me siento muy feliz pero pienso que esta iba a ser la última vez. Demasiado sufrimiento. En poco tiempo pensaría totalmente lo contrario. Luismi finalizó también la dura prueba y una vez juntos los tres gozamos mientras narrábamos nuestras hazañas ciclistas.

       La Quebrantahuesos cada año hacer honor a su nombre, y este precisamente más si cabe.

       La organización ese año sacó las cifras de esa edición, hablaba de miles de litros de líquido gastado en la prueba, camiones enteros, más de treinta ingresos en el hospital de Jaca por deshidratación, lipotimias y golpes de calor, y de éstos algunos evacuados en helicóptero, un millar de retirados, etc. Con estos datos y algunos más que no recuerdo es un orgullo decir que ese año la acabé.

       Tardé en hacerla  poco más de 11 horas. Nunca antes había estado subido en una bici tanto tiempo ni de cerca.

       Posteriormente y ya con su recorrido original he vuelto a participar en dos ocasiones más, estas veces sufriendo también, pero en mejor medida.

     
       El cuerpo en general es sabio y poderoso, la mente en particular imprescindible (Isra)

8 comentarios:

Sawyer dijo...

Te entiendo perfectamente. Si superamos esa edición,... ya que nos echen lo que sea. Felicidades!!

La crónica de un guerrero más: http://josemcardona2007.blogspot.com.es/2016/04/quebrantahuesos-2002.html

Unknown dijo...

Ya hace tiempo de esta Quebranta yo la hice y en tiempo parecido al tuyo, verdaderamente fue dura y como dices la gente tirada a los lados de la carretera ( parecía que habían echado veneno de cucarachas, por la gente que había patas arriba por la zona entre Puente la Reina y Jaca)Mi enhorabuena a todos valientes que la acabaron e incluso a los que no pudieron finalizar.

Unknown dijo...

En el año 2019 y casi veinte años después he revivido aquella edición. Yo no fui una excepción y acabé la prueba en 10 horas 50 minutos, despues de estar una hora parado con mi amigo Txarli, que habia echo el afilador con otro corredor y se fue al suelo, victima del cansancio ( chapa y pintura). A mi y a diferencia contigo, los km finales se me hicieron eternos, el agua de los bomberos me supo a poco, y tuve que parar varias veces a vomitar. Extremadamente dura y un recuerdo que será dificil olvidar. Enhorabuena a todos los que terminamos y tambien a los que lo intentaron y por algun motivo que otro, no lo consiguieron

Sawyer dijo...

Yo también he hecho la QH2019 17 años después. Los recuerdos que tengo de 2002 no son parecidos en nada a los de este año, que ha hecho un tiempo esplendido para la práctica del ciclismo, el calorcito justo, muy poco viento, visibilidad excelente, etc,... todos los ingredientes adecuados para una marcha perfecta. He disfrutado mucho del recorrido que ya lo había hecho en 2000. Quizás de haber sido la marcha una semana más tarde (el sábado que viene) estaríamos hablando de otra edición de calor extremo. Enhorabuena a los históricos, supervivientes de la Piedra de San Martín y también a los que han podido completar esta edición 2019.

Unknown dijo...

Yo tambien hice l del 2002 y la verdad que fue muy dura (10h y 20 m. Pero pata mi la quebranta mas dura fue la de 1998 el año de mas calor, sin agua, las ruedas pegadas al asfalto, muchos abandonos, fue mi primera cicloturista 11h. Pero la acabe.

Isra dijo...

Gracias por vuestros comentarios. Me encanta ver que la gente lee esta crónica sobre aquel día tan especial. Un día único e irrepetible. Gracias a todos.

Anónimo dijo...

Para mí, también fue mi primera Quebrantahuesos. Durísima, supongo que si no hubieran cambiado el recorrido habría terminado sin problemas. A 30 kilómetros del final, empecé a sufrir calambres y sólo pensaba en hacerme el muerto en medio de la carretera para ver si alguien me recogía. No hizo falta, un participante que ya había terminado (no sé por qué se volvió por el recorrido con su coche) me vió tan tocado que me montó en el coche, me llevó hasta Sabiñánigo y me ayudó a cruzar la meta montado en la bici. Mi más sincero agradecimiento a ese pedazo de buena persona.
Al año siguiente, ya con el recorrido tradicional, volví para sacarme la espina y terminé la prueba sin ayuda externa.
Fue mi segunda y última participación.

Pepe dijo...

Yo también hice la Quebrantahuesos del 2002,en toda mi vida he sufrido tanto,encima de la bicicleta.Hice 12 horas pero pude terminarla,fue mi unica participación , después de tantos años la recuerdo con mucho cariño Un fuerte abrazo a todos los que estuvisteis ese día tan especial