jueves, 21 de julio de 2011

Duatlón Villa de Cantimpalos 2011

Duatlon de Cantimpalos 2011Es 19 de agosto del año 2011 y me dirijo solo y en mi coche dirección Cantimpalos, un pequeño pueblo de Segovia donde todos los años se celebra una prueba de duatlón con muy buena reputación en cuanto a organización, número y nivel de participantes, estando ésta integrada dentro del calendario de la Federación de Triatlón de Castilla y León.
Llego al pueblo y a la entrada del mismo hay un miembro de la organización el cual distribuye a los vehículos que van llegando por diferentes zonas de estacionamiento. Entro en una pequeña zona de descampado a la entrada de Cantimpalos y aparco. Me voy dirección a la zona de salida y transición para recoger el dorsal. Al aproximarme a la plaza del pueblo veo todo el tinglado montado en ese lugar, vallas, bastante gente, moqueta azul en el suelo en la línea de meta, carpas y un escenario. Imaginaba que este pueblo iba a ser algo más grande, pero es pequeño y no creo que tenga muchos habitantes. La plaza es relativamente pequeña y está presidida por un Ayuntamiento muy acorde con los edificios colindantes a él. Las casas en su totalidad son de una o dos plantas y en su mayoría con las fachadas originales, casi todas sin reformar. Se me antoja todo muy antiguo y algo feo para mi gusto.
       Pienso quién a dedicado su tiempo y esfuerzo para hacer de este pueblo una referencia obligada en el mundo del duatlón y de esta forma hacerlo conocido, aparte de por sus increíbles chorizos, por la prueba en la que voy a participar. Espero finalizarla y degustar uno de esos manjares, ya que a todos  finisher se les obsequia con un fantástico chorizo.
       Es en el mismo Ayuntamiento donde se hace entrega de los dorsales. Cae una tromba enorme de agua y todo el mundo nos cobijamos bajo los soportales de la Casa Consistorial, parece claro que pasará pronto y así es, en breve amaina y vuelve a lucir el sol. Refresca el ambiente y viene de maravilla. El calor de los últimos días es agobiante y a mí personalmente no me gusta ni me va bien a la hora de rendir al máximo, así que después del miedo a sufrir altísimas temperaturas en la carrera, este chubasco, y nunca mejor dicho, me viene como agua caída del cielo.
       En frente al Ayuntamiento, la zona acerada de la plaza está transformada, vallada y dando cabida a una cantidad grandísima de tubos de acero en hilera que con sus formas especiales permiten dejar colocada la bici para después cogerla y dejarla durante la prueba, a la vez que se dejan pasillos para entrar y salir corriendo con la bici y sin ella, depende del sector en el que te encuentres.  Observo que ya está abierta esta zona, llamada de transición, y todavía hay pocas bicis, es pronto. Me vuelvo al coche y tranquilamente empiezo a prepararme.
       Observo cómo van llegando corredores que aparcan cerca de donde me encuentro, los observo y me fijo en todo lo que hacen, necesito aprender mucho en este mundo, me fijo en las bicis sobre todo. Yo he puesto el acople de triatlón al manillar. El segmento de ciclismo es de veinticinco kilómetros y no está permitido ir a rueda, esto significa que el ciclismo viene siendo una contrarreloj, donde sólo tú luchas contra viento y marea. Si te pones a rueda de otro participante y te pillan, directamente te descalifican. Veo gente que no lleva acople y gente que sí. Yo creo que es mejor utilizarlo. -He hecho una buena elección - pienso-.
       Una vez preparado me calzo las zapatillas de correr, cojo la bici, pongo las zapatillas de ciclismo en el manillar apoyadas y recorro los pocos metros que me separan de la zona de transición. Hay una pequeña cola esperando a entrar en la zona. Llevo el casco puesto y me lo quito, tengo calor. Cuando es mi turno me piden la documentación y me dicen que me ponga el casco, no puedo acceder con él quitado a esta zona y lo sé de sobra, no tengo experiencia práctica y la teoría que tanto he leído y aprendido se me olvida, serán los nervios que arrastro. Ya no puedo sacar un 10 en el examen. Me pongo el casco y entro en la zona. Me dicen dónde se ubica mi lugar y allí me dirijo. Esta zona donde me ha tocado dejar la bici y el material preparado es la peor zona con diferencia y rápidamente me doy cuenta de que la misma está llena de bicis algo más destartaladas que el resto. Han dejado esta parte para los no federados, donde yo me incluyo. Las bicis, a diferencia de la otra carrera tipo duatlón que corrí en Sonseca, Toledo, las dejamos enganchadas de la rueda trasera y no colgadas del sillín. Esto no me importa en absoluto, pero sí que me mosquea algo el hecho de estar apartados del resto. No sé si tendré razón, pero me parece que nos quieren apartar como si fuésemos una molestia, y encima tuviéramos que dar las gracias por dejarnos participar con la élite de los duatlones en España. Al parecer están presentes allí entre otros, una triatleta olímpica, el campeón de España, etc... Yo como no los conozco si me cruzo con ellos son como uno más. Tiempo después de la carrera veo, y ahora sí me doy cuenta, como estas figuras del triatlón salen con asiduidad en revistas relacionadas con este deporte, contando sus experiencias, siendo entrevistados o patrocinando marcas.
       Como venía diciendo anteriormente y de la misma forma, el espacio que tenemos los que estamos en esta zona para correr es la más estrecha de la transición. Dejo la bici colocada en su sitio, no quiero enfadarme, de todas formas tampoco es para tanto, y prefiero disfrutar de todo, es lo que hago, se queda enganchada con la rueda trasera, el casco apoyado en el manillar de tal forma que al cogerlo sea un movimiento rápido y eficaz, y lo mismo pasa con las zapatillas para la sección de ciclismo, puestas al lado derecho de la bici, lugar hacia donde debo correr y continuar la carrera. Yo no las dejo puestas en los pedales como hacen las figuras del triatlón, lo he probado en entrenamientos y dado que mis zapatillas son de ciclismo y no de triatlón, no me permiten calzármelas en el momento de saltar a la bici por el sistema de cierre que tienen. Las zapatillas de triatlón vienen adaptadas para este menester. Veo a muchísima gente igual que yo.
       Pues ya está todo preparado, llevo puestas mis zapatillas de correr, unos calcetines cortos blancos, unas gafas, el cinturón porta dorsal y el dorsal adosado al mismo y un mono de triatlón de color negro que me agencié en una tienda de deportes por 24€. Dicen, y me he informado, que el precio de un mono de tri normalito es de unos 80€. Empiezo a calentar con unas carreras suaves y me entran ganas de ir al baño. Me acerco al Ayuntamiento y me dicen que no tienen baños, -mentira - pienso -. No quieren que lo utilicemos y me mandan a un polideportivo indicándome la dirección. Ya que el pueblo no es muy grande decido darme prisa por llegar, no creo que esté muy lejos y la carrera está a 15 minutos de comenzar. Llego al lugar en cuestión y entro en una habitación donde hay un cartel de duchas. Al fondo, a la derecha las duchas y a la izquierda el baño, ocupado. El resto de la habitación es utilizado como trastero, no hay más que mierda. Cuando sale del baño el necesitado como yo, entro y rápidamente me marcho para la línea de salida. Se empieza a congregar la gente y me sitúo en un lugar que creo apropiado para mí. Más bien atrasado. No pienso sobrepasarme y que me pase factura el esfuerzo como me pasó en el duatlón de Sonseca. Saldré a mi ritmo sin importarme quedarme muy atrás. El reto es acabar y disfrutar. Además este duatlón es algo más duro en kilometraje que el resto. Son 7 kilómetros de carrera a pie, 25 de ciclismo sin drafting, (no permitido ir a rueda) y 3,5 de carrera, otra vez a pie, para acabar. Tengo además cierta confianza en remontar puestos en el segmento de ciclismo, es mi deporte y donde más a gusto me encuentro, todo ello a pesar de estar actualmente más entrenado en la carrera que en la bici. Así espero que si pierdo muchos puestos en los siete kilómetros iniciales no me preocuparé e intentaré remontar posiciones con la bici. Es bueno que no se permita ir a rueda. Estoy preparado para la salida y los nervios han desaparecido cuando está a punto de sonar el pistoletazo.
       De repente todo el mundo a correr, me cojo un ritmo que creo bueno y me olvido del resto. Al cabo de un rato y cuando abandonamos las casas del pueblo en dirección a una zona de campo me junto a dos corredores que llevan un ritmo que también creo acorde a mí. Al poco tiempo veo que el ritmo no me interesa, es demasiado rápido, tengo miedo a desfondarme y aún es el principio, sigo a mi ritmo.
      La calle por la que circulamos está dividida en dos, separada por unos conos, corremos por la parte derecha, indicando claramente que por la misma calle se volverá. En  breve veo a los primeros clasificados venir en dirección contraria. Menudos ritmos llevan. Son dos vueltas a un circuito de 3,5 kilómetros y según los veo correr temo por que me doblen. Más sereno pienso que es imposible. Me sacarán mucho tiempo pero en este sector no me doblarán. -Son muy rápidos, pero yo no voy a la pata coja - me sale una  sonrisa de agotamiento al pensar esto -. Voy realizando el sector a un ritmo en el que me encuentro a gusto, sin fijarme en el puesto que voy. Quiero sentir que al terminar los siete kilómetros me quedan fuerzas suficientes para acabar la prueba. Estoy seguro que la clave es acabar los siete primeros kilómetros. En la bici se controlarme mejor y medir las fuerzas, regulo mejor, y finalizando este sector sé que me tiene que pasar algo grave para no acabar los tres y medio finales. Aunque sea arrastrándome, llegaré.
       Cuando queda poco para llegar a la zona de transición ya voy pensando en ella, en hacerla rápido y lo mejor posible. Llego, corro por el pasillo donde está mi bici y mientras me pongo el casco me quito las zapatillas. Una vez puesto el casco y sin zapatillas me coloco las de ciclismo, agarro la bici del sillín y corro hacia la salida de la transición. En el camino un participante me obstaculiza por estrecho espacio existente y no me deja pasar. Le grito para que me deje paso y por fin se aparta. No tardó mucho, pero se me hizo eterno hasta que se quitó. Cuando le sobrepaso observo por el rabillo del ojo que lo ha hecho, más que por mi reclamación, por su ya lamentable estado físico. Se apoya contra la valla y suspira agotado. Yo me voy echando leches.


En la T-1 con la bici en la mano pidiendo paso.


       Cuando los jueces me lo permiten salto sobre la bici y a rodar. A los 150 metros hay un repecho corto pero duro que te entona las piernas. En las siguientes dos vueltas esta zona de subidita será utilizada para avituallar a los participantes con líquido. Subo y a continuación hay un falso llano donde diviso a lo largo de la carretera a muchos participantes delante de mí. Pienso que es fácil cogerlos. Le doy caña a la bici. Aún así no me encuentro del todo bien y a pesar de ser mi deporte y es que no es lo mismo iniciar una crono desde cero que después de correr a un ritmo exigente 7.000 metros. Los he corrido en 28 minutos, para mi casi impensable y pensando en lo que me quedaba. Pasamos por una población y he rebasado a algunos corredores, ahora viene la subida del circuito la cual pasaremos tres veces también. También me ha pasado un corredor a mí. Supongo que sería alguien del pueblo o alguien que trajo mucha gente para animarle durante la prueba ya que en el sector de la carrera a pie mucha gente le coreaba al grito de, " Vamos, vamos que ya llegas a por tu bici y ahí los revientas a todos". Doy fé, iba a toda leche, le perdí de vista enseguida. Inicio la subida, no llegaría al kilómetro, pero con un buen desnivel. Aquí la gente baja mucho el ritmo por la pendiente existente y a veces sin quererlo te juntas o se te juntan en exceso. Pienso en que me sancionen sin razón. Evito en todo momento el contacto, o la cercanía de otros corredores, con el fin de evitar que algún juez me diga algo. Voy haciendo eses para evitar corredores. Parece que fuese subiendo el Angliru.
       En las zonas más llanas he utilizado el acople y me he encontrado muy a gusto con él. Se puede usar en el 90% del recorrido. Cuando voy a finalizar la segunda vuelta y poquito antes de entrar en el pueblo me adelanta el primer clasificado de la prueba. Va muy rápido. Realizó este sector a una media de 40. Era el campeón de España. Ahora no recuerdo su nombre. En total, antes de acabar las tres vueltas, me pasan cinco corredores, yo he ganado unos 40 puestos. Hemos iniciado la prueba 175 corredores. El primer sector lo acabo en el puesto 121. Con el tiempo que he realizado en los 7 kilómetros sale una media de 4'13" el km. Sólo me queda pensar que si he quedado el 121 con un tiempo más que aceptable, no hay duda del excelente nivel de los participantes, sobre todo en atletismo. En la bici adelanto puestos y entro en el puesto 80.
       La anécdota de la bici y de la carrera ocurre en la última vuelta a falta de 2 kilómetros para terminar. Me acerco a un corredor y antes de llegar a su altura cambio de carril con la intención de que cuando le pase no me ponga a su rueda ni un solo segundo. Le adelanto y al cabo de 30 segundos aparece una moto a mi altura con un juez sentado tras el piloto a la vez que me gritaba -Tienes tarjeta amarilla-. No puedo describir mi cara, sorprendido con mosqueado, confuso con rabioso, aturdido. Le hago un gesto como diciendo que leches me está contando y su respuesta es mirar a una libreta que porta mientras apunta mi dorsal, digo yo, y marchándose de mi altura rápidamente. Me quedo consternado y no entiendo nada. -¿Por qué leches me han sancionado?-. Posteriormente he creído que el tipo que adelanté se me debió poner a rueda en algún instante, ignorándolo ya que yo me acoplaba a mi manillar y no miraba atrás en ningún momento. En este caso la sanción es tanto para él como para mí por creer los jueces que le he querido ayudar. Realmente no sé las consecuencias de dicha sanción y temo llegar a la última transición y no me dejen continuar. Finalmente llego bajo de la bici como tantas veces he ensayado y marcho corriendo a dejarla en su sitio. Me pongo las zapatillas de correr. Esta vez no me las cambio. Las de ciclismo se quedan puestas en la bici. Lo ensayé en muchas ocasiones y sin duda se podía hacer perfectamente siendo mucho más rápido. Esta vez sí utilizo el mismo sistema que los "guenos". Cuando me he calzado salgo corriendo y con las prisas me llevo el casco puesto, -!que mal, leches!-. Me doy cuenta nada más salir, casi no he dado un paso, giro el cuerpo, me lo quito rápido y lo dejo en el manillar, no he perdido nada de tiempo.
       Cuando empiezo a correr tengo las piernas que parecen columnas de mármol. Cuesta entonarlas para la nueva disciplina pero al poco rato puedo correr más o menos normal. Estoy reventado, pero acabo seguro, - ratifico dándome ánimos a mí mismo-. Durante el  último sector veo la zona de llegada donde ya están llegando los mejores. Contando que tardaré unos 14 minutos en recorrer los 3,5 kilómetros echo la cuenta de que el primero me ha sacado ese tiempo o un poco más. Eso no me importa y me centro en acabar la prueba, estoy contento porque creo que la acabaré sin duda. Adelanto algún corredor y algunos me adelantan a mí. Se ve a muchos parando para poder estirar las piernas fruto del esfuerzo realizado, otros a recobrar el aliento.
       Tras el último esfuerzo llego a la meta, piso la moqueta azul y cruzo la línea. Alegría, satisfacción y muy orgulloso por el reto superado. Me siento muy contento. Me dan una bolsa. Porta el ansiado chorizo y algunas cositas más para degustar. Me marcho a descansar y esperar que abran la zona de transición para recoger la bici. Me siento muy bien y estoy muy, muy satisfecho. El puesto final que he hecho es el 99. Mejor de lo que suponía.
       Una vez recogida la bici, hemos tenido que esperar a que pasara por la transición el último participante, un corredor de mucha edad, creo que 75 años, increíble, todos los allí presentes aplaudimos su osadía y extrema valentía, todo un ejemplo. Me marcho lleno de una total satisfacción hacia el coche.
       Una vez en casa, descargada adrenalina y acompañado de la familia, cuento las pericias de la carrera y mientras cenamos degustamos el obsequio culinario conseguido tras pasar la línea de meta, del que ha sido mi segundo duatlón, el primero en acabarlo.
       Más sereno recopilo lo vivido, mi opinión y recuerdo retenido en la memoria, y como no, en el corazón. Es el de un día especial en el que a modo personal he conseguido un reto del que me hice participe tiempo atrás. No pensaba por nada del mundo el que fuese a poder participar en ninguna prueba deportiva, menos aún en alguna de este tipo, y menos si cabe, el finalizarla. Referente a la prueba pienso que está bien organizada, pero el hecho de que dependa al 100% de la Federación y esté en todo momento regulada por jueces la hacen para mi gusto, en exceso estricta, con lo cual hay ocasiones en las que estás más pendiente de no cometer errores, sin querer cometerlos, que de disfrutar de cada segundo, que es de lo que se trata por mucho que sufras con el esfuerzo realizado. También el permitir mezclar a la gente novata con la profesional crea, a mi parecer, una especie de discriminación al neo. El resto de la prueba, muy buen ambiente, se nota que neos o pros, todos somos deportistas y disfrutamos con lo que hacemos consiguiendo cada uno sus objetivos personales. A diferencia de otros deportes en los que si no ganas o haces un puesto de honor te vas derrotado a casa, por estos lares del primero al último, desde el momento de la salida cada uno de nosotros tiene su propio fin deportivo, que en su mayoría, conseguido o no, y al llegar a la meta y valorando lo vivido es muestra suficiente para estar satisfecho y feliz.
       Un honor para mí el poder haber participado al lado de los grandes de este deporte en España, finalizar la prueba y vivir la experiencia. Si nada falla, el año que viene intentaré llevarme otro estupendo chorizo de Cantimpalos.


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