lunes, 19 de septiembre de 2011

Duatlón de carretera Villa de Sonseca


Por fin estoy preparado para disputar mi primer duatlón, y con esta prueba mi tercer debut este año en otra disciplina deportiva nueva para mí. Tenía unas ganas enormes de correr este tipo de carrera en las que podría combinar la carrera a pie con el ciclismo. Desde hace mucho tiempo he pensado en participar en un duatlón y el de Sonseca me ha parecido el más apropiado para iniciarme en este mundo. Me venía muy bien la fecha en que se celebraba ya que coincidía con un día de libranza en mi trabajo, no estaba excesivamente lejos de mi localidad, las distancias a disputar las creía recomendables según el entrenamiento llevado a cabo hasta la fecha y muy influyente si cabe fue el que también coincidía con la tarde libre de Janet, así que de esta forma me podrían acompañar ella y Valle.

       Después de haber visto mil vídeos, leído mil páginas entre libros, revistas, foros de internet y, como no, de haber entrenado mucho, incluidas las temidas transiciones, creí que estaba preparado lo suficiente para participar en una prueba de estas características, y en cuanto me enteré de el duatlón que se celebraría en Sonseca, me inscribí.
Si me daría prisa en hacerlo que estuve figurando como dorsal 1 hasta el día de la prueba, evidentemente, mi puesto en la carrera no haría honor a mi dorsal. Tenía especial miedo, bueno siempre me invade esa tensión en las carreras, no sé por qué, pero temo demasiado el hecho de no hacerlo bien y sobre todo el de quedar en una mala posición. Todos los días miraba a ver cuanta gente había inscrita y no veía subir mucho la lista de participantes con lo que ello conllevaba, a menos participantes más nivel, además así lo hacía saber algún miembro de la organización en los foros, animando a la gente a apuntarse basándose en el gran nivel de algunos de los participantes inscritos.
Llega el día y marchamos Janet, Valle y yo para tierras toledanas a vivir esta nueva experiencia, me encuentro muy feliz de que me acompañen. Al final somos unos 100 participantes, no recuerdo bien, y viendo al personal por allí calentando en los momentos previos a la carrera, esto me hacía presagiar que la cosa no iba a ser fácil. Sólo con las pintas de los corredores, cuerpos fibrados en la mayoría de los casos, piernas musculosísimas, bicicletas de quitar el hipo, la cosa se me antojaba jodida, jodida.
Con Valle antes del palizón.

       
       Línea de salida, tras calentar algo me sitúo en un lugar donde no moleste a los maquinorros y tras un minuto de silencio por algún paisano de Sonseca fallecido se da el pistoletazo, ¡¡madre mía!! El ritmo es infernal y me adelantan corredores por todas partes, yo fuerzo la máquina porque de verdad creo que me voy  a quedar el último y ya a los dos kilómetros creía que reventaba, me cebé más de la cuenta y al final no podía con mi culo.
En el primer sector de 5 kms

       Y lo dicho, un placer contar con los ánimos del numerosísimo público allí congregado y en especial el de mis chicas, hasta me prepararon el agua que cogía al pasar por el avituallamiento y me lo dieron de su propia mano. Pues después de la paliza de la carrera, 5 kms, estaba deseando subirme en la bici. Llego a la zona de transición y la realizo sin ningún problema. Enseguida me siento en mi terreno, esto si que es más lo mío, el aire que sentí en la bici me hizo también recobrar el aliento perdido en la carrera y rápido me encontraba con un buen ritmo al que se acoplaron varios corredores de los que luego sólo pasaban el relevo algunos, pocos diría yo, pero me encontraba bien y no me enfadé.
El tercero del grupo momentos antes de reventar la rueda trasera.

        Se daban tres vueltas a un circuito de unos siete kilómetros y en la segunda vuelta, justo antes de concluirla y cuando íbamos enfilados, me tragué un agujero de los muchos que había en el segmento ciclista que me hizo pensar que había reventado hasta la llanta. La rueda no se partió, por suerte, pero evidentemente, el pinchazo apareció y desinfló la rueda en tres segundos, y con ello mi triste abandono. No daba tiempo a reparación alguna.
       Una pena total, mezcla de ilusión por lo conocido pero algo desencantado con no poder concluir la prueba. Me retiré y me fui hacia línea de meta con Janet y Valle y por lo menos poder ver a los primeros en llegar.
Momentos después de abandonar.

       Siempre me hubiese gustado saber el tiempo que tardé en recorrer los cinco kilómetros de carrera porque creo que nunca haré ese tiempo. Reventé, pero corrí como nunca de rápido. No llevaba reloj, pieza tan indispensable en este mundo, y posteriormente, y una vez publicadas las clasificaciones no hacían mención al tiempo empleado en cada sector sino el tiempo total. Yo aparecía como retirado. Aún así me pareció muy bonito el ambiente, la organización y en general la prueba, también mi primer contacto con este tipo de carreras de las que siempre se aprende, ya sea en la primera que en la última que hagas tras veinte años de participaciones. Esto creo ocurre en casi todos los deportes como en la vida. Te mueres sin haberlo aprendido todo.
       Después de recoger la bici, asearme y vestirme y aprovechando que era tarde de sábado y sin prisa alguna nos quedamos a cenar en Sonseca rodeados aún del buen ambiente deportivo existente en todo el pueblo. En una terracita nos sentamos y comimos unas raciones que a mí personalmente me supieron a gloria y que me dejaron nuevo. Con todo esto nos marchamos para casita contentos de haber pasado la tarde juntos y yo especialmente de haber disfrutado de su compañía. Sin duda mi mente buscaba otro duatlón donde reponer mi pequeño resquemor de no poder haber terminado la prueba y de sentir ese momento especial de cruzar el final de cada reto propuesto. El duatlón de Cantimpalos en agosto pintaba bien...

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