domingo, 6 de mayo de 2012

10 Kilómetros Correcaminos 2012

Desde hacia tiempo esta prueba se había clavado como una espinita en mi pecho. Ya he corrido varias pruebas en los últimos tiempos y el hecho de que esta se celebrara en Fuenlabrada, ciudad donde trabajo desde que tenía 16 añitos, y que además ha tenido tanto que ver en mi vida y su relación con el deporte, hacía que tuviese una ilusión especial por participar en ella. El Parque Miraflores, periférico barrio de Fuenlabrada, que a la vez se encuentra cerca de casa, sería principio y fin de esta carrera, la cual discurriría en su totalidad por caminos de tierra que conocía perfectamente al utilizarlos innumerables veces en mis entrenamientos.

       Al buscar concordancias en el calendario entre trabajo y fecha de la prueba, éste certificó que la noche anterior a la misma tendría que cumplir con mi jornada laboral. No podía hacer otra cosa y el ir a competir sin dormir sería una insensatez, así que opté por correr otra prueba el fin de semana siguiente. Pero unos días antes y cuando ya tenía asumida mi ausencia en la Correcaminos, en el trabajo ofrecieron la posibilidad de que alguien cambiara la noche de trabajo del sábado por la del viernes. Sin dudarlo me ofrecí voluntario con el único objetivo, de sana avaricia, de poder correr el domingo.

       En ese mismo momento intenté inscribirme vía internet desde el teléfono de un compañero, cosa que resultó inútil no sé porqué razón de comunicación con el ingreso de la cuota. Decidí entonces hacerlo al llegar a casa nada más salir de trabajar, a eso de las 6 de la mañana. Así se hizo y el mismo día 31 estaba inscrito. Más tarde me enteré de que a las 10 de la mañana del mismo día cerraron las inscripciones.

       Todo estaba preparado, cambié mis sesiones de entrenamiento semanales basando éstos a la señalada fecha del día 3. 

Con Luis momentos antes de la salida
       Unos días antes recogí el dorsal y algunos obsequios en una conocida tienda de deportes de Alcorcón. La camiseta era bastante chula en comparación con muchas de las que regalan en otras pruebas, y dado que éstas se estaban entregando con uno o dos días de antelación, dio a muchos la idea de usarla el día de la prueba. Con todo esto, el domingo, el Parque Miraflores se tiño de color naranja, el color de las camisetas. Unos 750 participantes nos acercamos a este barrio fuenlabreño, más cercano a Móstoles que a la misma Fuenlabrada. Yo personalmente no iba con esta camisa, sino de negro. Dada la buenísima temperatura que hacía este día opte por correr con camiseta sin mangas que me resultaba más cómodo.
       Como bien sabía, en la prueba estaría mi primo Luis, que también, y al igual que yo, había encontrado en este deporte un modo de vida. Nos encontramos bastante pronto dada la cantidad de gente que había y no nos separamos hasta que se dio la salida. Nos hicimos unas fotos como recuerdo y nos pusimos en el mogollón a la espera del bocinazo.

       Nada más salir mi primo coge su ritmo y yo el mío. Cada uno sabemos nuestro nivel, además Luis padece desde hace un tiempo un fuerte dolor en la rodilla con lo que desde el primer momento coge su ritmo, al fin y al cabo, con el mismo objetivo que yo, acabar la prueba dignamente. Desde el principio empecé a pasar a gente a la vez que me iba fijando en los galgos de la carrera que ocupaban, y cada vez más lejos, las primeras posiciones. Como en casi todas las pruebas fui observando la cabeza de carrera un buen rato y que a medida que pasaban los kilómetros iba perdiendo de vista. Yo seguí a lo mío. Conocía a la perfección el circuito y sabía donde estaba lo más complicado. Me encontraba bien físicamente y el ritmo que llevaba no era malo, no valía para ganar, pero lo dicho, no era malo... La primera parte discurría por un terreno ligeramente ascendente para que una vez pasado el primer kilómetro bajáramos unos 500 metros y empezar de nuevo una subida muy tendida con final en el gran repecho del día, era corto, pronunciado y que se pasa sin mayores agobios. Nos aproximábamos al ecuador de la prueba y a lo lejos ya se divisaba el avituallamiento líquido. Momentos antes pasé el kilómetro 5 donde un gran cronómetro marcaba 22 minutos y pico. Eché cuentas y acerté de que quedando a partir de ahora la parte más difícil y siguiendo este ritmo el resto de carrera, mi tiempo final rondaría los 45 o 46 minutos. A partir de ahora, del km 5 al 7 serían en constante subida. No era extrema ni mucho menos, pero entre la tunda de los primeros 5 kilómetros y el calor que pegaba sabía de sobra lo duro que iba a ser. Desde el avituallamiento, donde cogí y bebí un pequeño sorbo de agua sin parar, encontré un buen ritmo, yo diría algo mayor al adecuado para mí, así que a falta de unos 300 metros para llegar al kilómetro siete y cruzar la R-5, donde a partir de entonces el terreno sería más llevadero, bajé el ritmo intentando recuperar algo para darlo todo en la última parte.
Momentos antes de entrar al túnel "tuneado"
       Desde este punto incrementé el ritmo, ahora el terreno era en ligero descenso generalmente. Antes de llegar al kilómetro nueve y pasar un largo y oscuro túnel me vino a la mente lo que la organización dijo sobre este punto, -habría sorpresa-. Pensé en que quizás pondrían alguna iluminación especial o algo así. Justo antes de entrar al mismo, el famoso fotógrafo Navarrete, conocido de este mundo, me tiro algunas fotos al igual que al resto de corredores y me encaminé al oscuro callejón. Y así estaba, oscuro pero con una nueva peculiaridad, unos Dj hacían que retumbara en sus paredes el ritmo de la música que sin poderlo evitar te subía el autoestima y te obligaba casi sin quererlo a correr más rápido. Buena idea ésta de la organización. Ya quedaba poco y mi ritmo incrementaba. Aún así, me pasaron unos cinco corredores a los que me costó seguir, entre ellos la que sería la primera clasificada de la categoría de féminas. La meta estaba al alcance de la mano y ya con la mirada buscaba la figura de mi mujer esperando, y como no, la de mi pequeña.
        Veo la meta, la tengo a mano y Valle está preparada para correr a  mi lado. Sale corriendo y me da la mano. Yo que voy lanzado freno algo pero ella no acierta a correr tan rápido, mía culpa, se tropieza y cuando está a punto de caer la cojo con fuerza del brazo logrando evitar el leñazo padre-hija, y ya sin parar de correr y juntitos tras los tropiezos llegamos sanos, salvos y felices a la ansiada línea de meta.

       Cojo algo de bebida y me marcho a ver la llegada de mi primo. En poco rato llega y con unos gritos de ánimo cruza la línea de meta. La rodilla le ha respetado y me alegro por ello de verdad. Para mí ha sido una gozada estar en esta carrera con él y espero que en el futuro coincidamos en muchas más, seguro que sí. Después nos hicimos unas fotos con la bonita medalla con la que nos obsequiaron y degustamos el bocadillo de panceta y coca cola que nos tenía preparada la organización.

Más felices que unas perdices...

Al final el tiempo realizado fue de 45 minutos 29 segundos. Bastante bien tratándose de este tipo de terreno. De hecho el primer clasificado realizó un tiempo de 35 minutos, dato significativo dado que en las pruebas de 10 kms en asfalto estos galgos suelen realizarlas en unos 30.

       En general la prueba ha sido una muy buena opción como carrera elegida para competir y, cómo no, será cita obligada en otros años si la salud lo permite. Está muy bien organizada y es un gusto enorme correr con tanta gente por donde tantas veces corro solo.

      

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