jueves, 19 de abril de 2012

Duatlón Cross Villaviciosa de Odón 2012


Con el miedo en el cuerpo, como en cada competición, llegaba el día 15 de abril del año 2012. Se celebraba en Villaviciosa de Odón, muy cerca de Móstoles, el I Duatlón Cross de este municipio.


       Como digo, este duatlón sería Cross, o sea que el segmento de ciclismo se realizaría en MTB, cosa que no me agradaba del todo. Sólo hacía tres semanas que me había comprado una bici de montaña y mi maña y pericia con la misma dejaba bastante que desear. Muchos días antes miraba y miraba el parte meteorológico, a la vez que rezaba por ver en esta zona un gran sol. Pues la cosa no pintaba bien desde por lo menos diez días antes. Y es que hacer el recorrido con el suelo mojado y embarrado para mi delicada experiencia no me hacía ni pizca de gracia. Con este percal decidí que lo mejor sería conocer el terreno con antelación, así que tres días antes realicé entrenando el segmento ciclista, cosa que me vino muy bien para el día de la prueba. También conocí el mismo día el segmento de la carrera y con esto creí estar preparado para la mañana del sábado.

Amaneció con los rayos de sol entrando por la ventana, la cosa pintaba mejor de lo esperado. Por lo menos no llovería, aunque los charcos y barro en el recorrido no se habrían quitado del todo en tan poco tiempo. Al bajar a la calle sólo me salió decir ¡joder, joder! Hacía un aire de pelotas y además, frío, muy frío. Una vez más iba a tocar sufrir extra. Una vez colocado todo en el coche nos marchamos sin problemas de tiempo por llegar tarde, y es que, como dije, Villaviciosa está muy cerca de casa. En unos diez minutos nos plantamos allí. Tras buscar durante un rato aparcamiento me preparo para la rutina de todas las pruebas, recoger dorsal, volver al coche, preparar todo, bici, poner dorsales, vestirte, ir a boxes, calentar, etc...

Un parón en el calentamiento.
       El aire sin duda es bastante fuerte y va a dar que mucho de qué hablar. Somos 500 participantes, muchos para una prueba así, y es que esto del circuito Ducross Series de Madrid ha tomado muy buena aceptación entre los duatletas y de ahí el gran número de participantes. Rápido entiendo esta aceptación, la prueba en general está bien pensada y preparada a conciencia.

       Todos los corredores tomamos una ancha calle de la localidad donde está situado el arco de salida, en lugar diferente al de meta que se encuentra próximo pero dentro del polideportivo Chema Martínez. La primera salida es para las féminas e inmediatamente después los hombres. Se da la salida.

 
       No me sitúo muy atrás pero tampoco delante del todo. Espero no hacerlo muy mal en los primeros cinco kilómetros de los que consta el primer sector. El ritmo, como en todas estas carreras, es muy fuerte, pero noto que no me encuentro mal, dentro de mis posibilidades, claro. Nada mas empezar, y recorridos unos doscientos metros, empieza una bajada muy pronunciada para suavizar bastante un poco más adelante. La primera mitad es en bajada y la segunda subida coincidiendo con el rampón de salida antes de llegar a boxes. Veo a mucha gente delante mía, pero mucha más detrás. Busco mi ritmo y no me obsesiono con nadie, me adelanta gente y adelanto yo también. El aire cuando da de cara jode de lo lindo, en la bici va a ser bestial. Va llegando el final y con la mente ya puesta en la transición, la intentaré hacer rápido y que sea lo que Dios quiera en la bicicleta. Con los ánimos de mi mujer y mi niña en boxes me cambio de calzado y me pongo el casco rápidamente, cojo la bici y corro hasta la línea donde están los jueces. Salto sobre la bici y doy la primera pedalada, qué raro, otra pedalada, ¡joder, la cadena está fuera de los platos! ¡Menudo desastre! De tanto pensar en el miedo al circuito ciclista no he prestado la suficiente atención a la bici y la he dejado en boxes sin mirar siquiera el desarrollo puesto. Menos mal que la experiencia en el ciclismo, aunque sea una bicicleta de montaña, me hace reaccionar velozmente. Me bajo raudo y veloz, con la mano engrano la cadena en el plato y rápido salto de nuevo sobre ella. Ya estoy preparado. ¡A dar pedales! Desde el primer momento se va muy rápido y el aire, como no, hace acto de presencia. En la primera parte sopla a favor y en ocasiones de costado.

      A favor, evidentemente es un lujo, pero cuando sopla de costado nos va echando fuera del camino irremediablemente. Cuesta Dios y ayuda mantener el equilibrio y todos nos vamos contra el lado izquierdo del camino sin poderlo remediar. Vi por lo menos a dos corredores caerse al campo ellos solitos. Llega una bajada, lo más complicado técnicamente hablando, y la realizo sin mucha complicación, el haberla conocido unos días antes ha sido de gran ayuda. Ahora viene una de las cosas que más miedo me da, sendero estrecho y barro a mansalva. Sé que el aire desaparecerá en esta zona durante unos kilómetros. Estamos al lado del rio Guadarrama entre gran vegetación a nuestra derecha y cortados rocosos a nuestra izquierda. Pero también al ser una zona sombría el barro aquí es perenne. Al igual que en el tramo anterior, más de uno se va de cabeza al lodo tras perder el equilibrio al intentar sobrepasar los charcos por el estrecho paso que ha quedado para tal fin, de sólo el ancho de la rueda de la bici. Por contra, esta también es la zona más entretenida del recorrido. Tras los charcos de barro, de momento he salido ileso, hay que echar pie a tierra y subir unos escalones naturales que son imposibles subir montados en la bici. Se forma un pequeño atasco en este punto pero se pasa rápido. Una vez pasado este lugar hay que tener cuidado al subirse en la bici ya que al lado derecho del estrecho camino hay una caída vertical de unos angustioso metros al río. Todo en orden y enseguida nos topamos con lo más duro del circuito. Rampón con una pendiente del 20%. Unos andan y otros no, pero van casi al mismo ritmo. Es muy duro y ya lo sabía. Logro subirlo sin bajarme y ahora queda por afrontar otro repecho más, algo más corto pero muy duro también. Conseguido, vamos bien. Ahora quedan caminos más anchos hasta meta pero todos sabemos lo que toca, aire sin consuelo. Desde que dejamos atrás las rampas más duras del recorrido el aire sopla con furia titánica. No hay dios que dé pedales y además el terreno siempre tiende a subir. Aquí pega de frente total. Te deja KO, pero con fuerza y pundonor se van restando kilómetros. Por fin se ve Villaviciosa a lo lejos. Qué largo se está haciendo esto y sólo son 20 kilómetros. Qué diferencia con 20 kilómetros en la bici de carretera. Ya están cerca los boxes y tengo ganas de bajarme de la bici. No ha llegado a una hora encima de la bici pero revienta que da gusto. Un miembro de la organización antes de apearme de la bici me grita que ocupo el puesto cien. Pues no está tan mal, pienso, pero sigo a lo mío. Otra vez los ánimos de mis chicas, zapatillas de correr, casco fuera y a por el último sector.


       Enseguida me encuentro a gusto corriendo. Se nota la diferencia a los duatlones que hice en 2011. Noto que mis piernas se entonan más rápidamente al cambio muscular sufrido de un deporte a otro. Cojo un buen ritmo y sin más problemas culmino los últimos 2.5 kilómetros. Casi en meta Janet me da a Valle para que entre conmigo de la mano. Ella se pone muy contenta y yo tres cuartas de lo mismo. Orgullo paternal.


       Finalmente quedo en el puesto cien, tal y como me dijo el miembro de la organización, en la carrera, ni pierdo ni gano posiciones, con un tiempo de 1:19:00. Para ser el primer duatlón cross estoy muy contento y la experiencia una vez más ha sido completamente positiva. La organización regaló bastantes cositas, incluidas, cómo no, la camiseta técnica de cada prueba, y tan contentos nos marchamos para casa. Para después del verano, muy probablemente, intente alguna carrera más del circuito Ducross Series.

      

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