Antes de contar esta crónica debo
disculparme con quién corrió pagando la cuota correspondiente, así como con la
organización de la Correcaminos, ya que no estoy de acuerdo en que la gente
haga lo que yo este día hice, correr sin dorsal, pero, en este caso, tiene un por qué.
La inscripción rondaba mi cabeza desde
el mismo día que terminé la I Correcaminos hace ya un año. Pero ahora estoy más
centrado en los triatlones y el día antes, o sea el sábado, corría uno en
Segovia, así que opté por no apuntarme ya que creí que iba a ser una paliza
competir dos días seguidos.
Pero amaneció el domingo y el cuerpo
pedía guerra. A sabiendas que tenía ganas de ir y que mi primo, con quien
compartí la misma carrera un año antes, iba a estar presente en la prueba, la
noche anterior preparé el despertador para ver si con algo de suerte me
despertaba con ganas y fuerzas suficientes para afrontar los 10 kilómetros de
los que consta esta carrera. Y así fue. Me levanté y, aún con algo de dolor en
el cuerpo, cogí las llaves del coche y vestido ya con la indumentaria de correr
me marché al gran evento.
Hay mucha gente, unos 800 participantes, creo, y salgo un poco atrás. Enseguida paso gente y me veo con un buen ritmo.
Noto las piernas bastante bien para lo acontecido el día anterior y mantengo el
ritmo prácticamente durante todo el recorrido. Voy mejor que el año pasado y
pienso en bajar el tiempo aunque no apareceré en las
clasificaciones. El recorrido, idéntico al del año anterior, lo conozco a la
perfección, son mis zonas de entrenamiento, todo por caminos. El recorrido no
tiene en sí fuertes rampas pero tampoco es llano, ni mucho menos. Los
kilómetros van pasando y la meta se va acercando. Pienso si pasar bajo el arco
de meta o apartarme del recorrido antes de llegar. Ignoro los avituallamientos
en el recorrido, que nadie me vaya a llamar la atención por listillo, y finalmente
con un poco de vergüenza, y junto a otro corredor, paso el arco de meta. Ahora
sí, me aparto y salgo de la zona de llegada. No he pagado y evidentemente no
voy a recoger ni detalles, ni comida o bebida, y me voy unos cien metros antes de
la llegada donde está la familia de mi primo, lugar desde donde he recibido sus agradecidísimos ánimos, y junto a ellos espero la llegada de Luis y sus
dos compañeros. Aplaudimos a los participantes que van llegando y por supuesto
al protagonista, que superando otro día más su maltrecha rodilla ha podido
completar esta dura prueba de 10 kilómetros.
Al final yo realizo un tiempo de 42:01
quedando en la posición 46 de la general. En el GPS me marca 10,500 metros. No
sé si estará bien del todo pero tampoco me preocupa. He bajado en tres minutos la
marca del año anterior y estoy contento. Me despido de todos y vuelvo corriendo
los dos kilómetros hasta el coche. Aún me encuentro fuerte. Ha estado bien. Al
año que viene si no pasa nada me apuntaré como Dios manda. Excelente carrera.
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